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Discurso del Rector y Premio Reina María Cristina.

Discurso del Rector y Premio Reina María Cristina.

Discurso de clausura de nuestro Rector, el Padre Marceliano Arranz.

Non stat, remeatque dies

El tiempo no se detiene, sino que huye para no volver, sentencia con nostalgia el poeta latino. Este viejo proverbio, verdadero en todos los tiempos, está adquiriendo en nuestros días cada vez mayor vigencia. Hoy más que nunca, es imposible bañarse de nuevo en las aguas de un mismo río. Las aguas son otras. Y también los que descienden a ellas. Y esto que es cierto en todos los ámbitos de la vida, lo es de una manera eminente en el ámbito de la educación, en el que las cosas cambian con velocidad de crucero: leyes y regulaciones se suceden incesantes, revolucionarias metodologías docentes sustituyen a las antiguas, asombrosos instrumentos tecnológicos para la enseñanza se suceden a ritmo de vértigo. Todo cambia y muy deprisa, pero quedarse inmóvil, quejándose de esta situación, no conduce a nada. Son las circunstancias que nos toca vivir y a ellas debemos adaptarnos. La única actitud eficaz ante los cambios no es añorar el pasado, sino abrir rutas novedosas y explorar nuevos caminos para responder a las exigencias de lo nuevo.

El difícil arte de cambiar

Todo cambio es difícil de aceptar, pues siempre lleva consigo despedirse de algo querido o acostumbrado. O renunciar a añejos privilegios que se consideraban inamovibles. Quedarse en el sitio, haciendo lo mismo y de la misma manera, conduce inevitablemente al marasmo. Ahora bien, tampoco se trata de salir impetuoso hacia cualquier parte. Abrir nuevos caminos, dar paso a tareas o estudios novedosos, nunca fue una tarea fácil, aunque no es infrecuente que al cabo del tiempo lo revolucionario acabe convirtiéndose en senda trillada y moneda común. Encontrar el justo equilibrio entre tradición e innovación es todo un arte. Esperemos que el RCU sea capaz de enfrentarse esta urgente tarea de manera exitosa.

Competencias y valores

Desde hace ya bastantes años, se viene exigiendo en Europa, y de manera especial en España, que el quehacer educativo en todos sus niveles se ponga al servicio la vida económica de la sociedad. Lo que los centros educativos deberían hacer, se nos dice, es formar profesionales capaces de incorporarse, cuanto antes y con garantías, al tejido productivo del país. Esta actitud no es más un indicador de los criterios por los que la investigación se rige en nuestros días. Criterios que casi siempre son puramente mercantiles; o que buscan de manera casi exclusiva el prestigio inmediato. Lo que, a pesar de sus proclamas publicitarias, suelen favorecer los gobiernos y las grandes empresas, no son las tecnologías seguras y respetuosas con el hombre y su ambiente, sino proyectos capaces de reportar poder político o beneficios económicos de manera inmediata. Y es que lo que cuenta para muchas empresas multinacionales, no son las condiciones de producción, ni el destino de sus asalariados, sino la cuenta de resultados a corto plazo. Estamos desarrollando costosísimas técnicas médicas para algunas enfermedades, mientras gran parte de la humanidad carece de las vacunas más elementales; enviamos hombres a la luna y sofisticados vehículos al espacio para estudiar el sistema solar, al tiempo que grandes capas de la población humana no tienen acceso a la cultura y educación más elementales; y construimos, a un precio elevadísimo, armas capaces de borrar la vida humana de la faz de la Tierra, en tanto muchos hombres se mueren de hambre y no disponen de agua potable. Es posible que se deba a deformación profesional. Al fin y al cabo, soy agustino. Pero considero que la última raíz del problema no radica sólo en la tecnología, como a veces se pretende, sino que tiene también naturaleza moral. Mi opinión es que el problema nunca será resuelto de manera satisfactoria sin el recurso a referentes éticos absolutos y comúnmente compartidos. Una mayor y mejor investigación es un instrumento muy apropiado para corregir errores. Pero no basta con eso, porque los hombres son demasiado egoístas a la hora de tomar decisiones que puedan disminuir su bienestar personal.

Conclusión

El paso de los años está demostrando que una concepción demasiado pragmática y utilitarista de la educación es unilateral e insana; y que, a la larga, genera disfunciones sociales peligrosas. Una sociedad sometida a la necesidad del éxito inmediato, y que sólo vive en el corto plazo de la rentabilidad económica (producir cada vez más, cada vez más deprisa y cada vez con menos costos), conduce inevitablemente a frustraciones personales y genera ciudadanos carentes de proyectos vitales ilusionantes. O multiplica el número de suicidios, solo aparentemente incomprensibles. Se oye con mucha frecuencia, sobre todo en algunos ambientes, que solo debería existir la enseñanza pública; y que en ella solo deberían ser impartidos conocimientos neutros y objetivos, relegando la transmisión de valores, sobre todo los de índole moral y religiosa, al ámbito de la esfera privada. ¡Como si la renuncia a transmitir valores morales y religiosos no fuese ya un valor! La neutralidad axiológica es en sí misma un valor, por lo que se aviene bastante mal con el espíritu democrático en que se quiere fundamentar. Además, es un atentado contra la riqueza y la variedad del mundo.

M. Arranz Rodrigo

RCU, 5 de mayo de 2018

VI PREMIO REINA MARÍA CRISTINA

Durante el acto académico se concedió Premio correspondiente al VI PREMIO REINA MARÍA CRISTINA, modalidad de Derecho, al trabajo titulado: “La doble imposición en la Directiva 2011/96/UE, del Consejo, de 30 de noviembre de 2011, relativa al régimen fiscal común aplicable a las sociedades matrices y filiales de Estados miembros diferentes” firmado por D. Francisco Medina Suárez.

Y el Premio correspondiente al VI PREMIO REINA MARÍA CRISTINA, modalidad de Quiropráctica al artículo titulado: “Immediate effects of lumbar spinal manipulative therapy (SMT) on bilateral asymmetry in assymptomatic athletes: a randomized controlled trial” firmado por Bruno A. P. Alvarenga, Filipa O.S. Joao Jerusa Pr. R. Lara y Antonio P. Veloso.

Tal como consta en las bases del concurso, los trabajos serán publicados en el Anuario Jurídico y Económico Escurialense de este Real Centro Universitario.